EL MODUS OPERANDI DE LOS NEGOCIOS DE AGRIPINO

| lunes, 8 de junio de 2009
Sara Pérez / Especial para Clave Digital

Si hay alguien que tiene razones para reírse hasta con las
muelas de atrás, ante la situación social y económica que vive
la República Dominicana, (exasperante y excluyente para la
mayoría, pero singularmente próspera para algunos pequeños
grupos), es el habilidoso rector de la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra (PUCAMAIMA), Monseñor Agripino Núñez
Collado, cuyas dotes como genio empresarial de la Iglesia
Católica nunca han sido debidamente ponderadas, al menos en
público, ni por admiradores, ni por adversario. El momento no
puede ser más propicio para resarcir semejante injusticia.
Hace apenas unos días, el 23 de Mayo, el Aeropuerto del Cibao,
S. A. dio a conocer que el monto de sus ganancias, durante su
último año fiscal, alcanzó los RD$ 357.46 millones, lo que
convierte a esa empresa en una de las más exitosas de los
últimos tiempos en la República Dominicana y a sus accionistas,
en los felices recipientes de un margen de beneficio ascendente
al 40 por ciento del valor al que, por lo menos algunos de
ellos, compraron sus acciones.
Pero entre todos los dueños, para ninguno, el Aeropuerto del
Cibao ha resultado ser un negocio tan redondo, como lo es para
la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y para su
rector Agripino, que sólo en el 2004 debieron recibir
beneficios ascendentes RD$ 44,078,400 pesos, que es lo que les
corresponde por la posesión de 111,956 acciones de la empresa,
con la extraordinaria particularidad de no haber invertido un
sólo centavo de su bolsillo en el proyecto.
Es un milagro del que se debe tomar nota, por si alguna vez hay
que someter una solicitud de canonización de este destacado
personaje, que si no se ha dedicado exclusivamente a ensalzar
el nombre del Señor, es porque debe sacrificar su piadoso
carácter, para concentrarse en el terrenal desafío de llenar
las arcas de los representantes divinos, (incluyendo la
propia), en el pequeño país del Trópico, azotado por la
corrupción, la escasa institucionalidad, la falta de
transparencia en la administración pública y en las empresas
privadas, y el privilegiado acceso de ciertas élites
insaciables a los recursos de la nación a la que tienen
quebrada.
*Fórmula infalible para el éxito económico*
El secreto de los numerosos éxitos de Agripino en sus
iniciativas empresariales, es tan simple como infalible: el
gobierno pone la inversión, sacándola de las costillas del país
y la PUCAMAIMA y/o Agripino reciben los beneficios. Al menos
eso es lo que ha ocurrido en el caso del Aeropuerto del Cibao,
que lejos de ser un hecho aislado, corresponde a un recurrente
patrón de creación y acumulación de patrimonios privados.
En realidad, los casi 45 millones de pesos correspondientes a
la PUCAMAIMA por las ganancias del año 2004 en el aeropuerto,
debían estar ahora mismo en poder del Estado dominicano, que
fue quien hizo la inversión por la que la PUCMM y Agripino
reciben los dividendos
Las 111 mil, 956 acciones de la PUCAMAIMA , que la colocan en
el segundo lugar entre los mayores accionistas de la empresa y
hacen a esta universidad beneficiaria de suculentos ingresos,
fueron adquiridas a cambio de las tierras en las que está
ubicado el aeropuerto. Sin embargo, las tierras del aeropuerto
no fueron compradas con dinero de la PUCAMAIMA , sino con
dinero del Estado dominicano. Según se registra, el entonces
presidente Joaquín Balaguer regaló los terrenos del aeropuerto
a los empresarios involucrados en esa empresa, quienes a su
vez, los cedieron a la PUCAMAIMA.
Como se trata de tejemanejes que, a pesar de ser de interés
público, se tratan de forma semiclandestina, no se conocen los
detalles del proceso mediante el cual los bienes públicos
acabaron en manos de la PUCAMAIMA. No se sabe a solicitud de
quién Balaguer regaló los terrenos propiedad del país a los
empresarios, ni se ha establecido qué tan espontánea fue la
iniciativa de los desprendidos empresarios de traspasar el
regalo a la PUCAMAIMA.
De lo que sí tiene constancias la República Dominicana , en
pleno, es de que la capacidad de cabildeos, presiones e
influencias ejercidas por monseñor Agripino Núñez no se han
detenido nunca ante las puertas de ningún despacho.
Los empresarios entienden perfectamente --porque sus múltiples
y muy rentables experiencias así se lo han demostrado-- que
ceder a Agripino, a la PUCAMAIMA y/o a la Iglesia Católica ,
una parte del pastel sacado del Estado, los coloca en una
posición de ventaja excepcional para exigirle al gobierno
dádivas, prebendas y subsidios que hay que recortar al resto
del país, porque los recursos existentes no dan para saciar a
los políticos, empresarios, religiosos y militares y al mismo
tiempo para atender las necesidades y urgencias de la población
dominicana en términos colectivos.
*Las acciones del Baninter*
Otro de los bienes públicos que han ido a engrosar los
patrimonios privados de un grupo de empresarios de Santiago, la
PUCAMAIMA y Agripino, son las acciones que el fraudulentamente
quebrado Banco Intercontinental, (BANINTER), tenía en el
Aeropuerto del Cibao.
El Gobierno dominicano, entonces presidido por Hipólito Mejía,
decidió asumir el pago de más de 55 mil, millones de pesos que
se habían evaporado entre las manos de los dueños y principales
directivos de BANINTER.
En esas circunstancias, algunas de las propiedades de BANINTER
pasaron al Estado dominicano, que se supone debía resarcir con
ellas, al menos parcialmente, la tremenda pérdida de fondos
públicos en la que incurría el gobierno, para tapar el hoyo
financiero de un banco privado.
Sin embargo, el gobierno cedió las acciones de BANINTER que
estaban en su poder, a los dueños del Aeropuerto del Cibao,
mediante una transacción cuyos primeros detalles precisos,
aparecieron hace apenas algunos días, en las memorias oficiales
del año 2004, del Aeropuerto del Cibao S. A.
En la página 36 de esas memorias dice que "En el año 2004
fueron readquiridas 22 mil, 310 acciones del Banco
Intercontinental, S. A., por encima de su valor nominal. Este
valor de capital pagado en exceso fue de RD$17,690,000.00".
El dato tiene un pequeño error matemático y dos imprecisiones
de mayor envergadura. El error matemático, atribuible quizás a
algún problema de la calculadora que usaron los dueños del
aeropuerto para cuadrar los números, consiste en que si se
pagan RD$17,690,000.00 por 22,310 acciones, cada acción sale
por RD$793 pesos, es decir, RD$207 pesos menos que el valor
nominal de cada acción del aeropuerto, que asciende a RD$1,000
pesos, según las propias memorias del aeropuerto
correspondientes al año 2003. O sea, no se compraron las
acciones por encima de su valor nominal, sino por debajo de él.
Eso conecta con la primera imprecisión de envergadura. El valor
nominal de las acciones de una empresa casi nunca es sinónimo
del valor real de la misma y mucho menos, si el margen de
beneficio anual es de un 40 por ciento del valor nominal de las
acciones, como en el caso del aeropuerto.
Así, aunque el valor nominal de una acción del Aeropuerto Cibao
sea de RD$1,000 pesos, eso no quiere decir que alguien pueda
comprar por RD$1,000 pesos ninguna acción de esa empresa. En
realidad, con RD$1,000 pesos, lo único que puede comprarse en
el Aeropuerto Cibao, son dos cafés, dos quipes y un llaverito
de los que tienen la estampa de la Virgen de La Altagracia
enchapada entre dos pegotes de plástico.
El valor real de las acciones del Aeropuerto Cibao lo determina
el mercado, es decir, la relación entre oferta y demanda. Ahora
mismo, es muy difícil establecer a cuánto asciende el valor
real de las acciones del aeropuerto, porque para tener un
número preciso se necesitaría una transacción concreta, en la
que se establezca, por cuánto venderían los dueños y cuánto
estarían dispuestos a pagar los adquirientes.
Los que escasean no son tanto los que deseen comprar, sino los
que quieran vender. ¿Quién querría desprenderse de la
copropiedad de una empresa tan exitosa en tan poco tiempo?
Muy pocas inversiones financieras, comerciales o industriales
de la República Dominicana están dejando un margen de beneficio> anual de un 40 por ciento sobre el valor nominal de la
acciones, así es que quienes disfrutan de tan promisoria
situación, no suelen tener interés, ni prisa, en salir de ella.
La excepción es el Estado dominicano, que vendió las acciones
de BANINTER, a RD$ 793 pesos, un precio que se sabe ridículo no
sólo con relación al valor real de las acciones, sino inferior
incluso al valor nominal de las mismas.
No todo el mundo tiene la suerte de encontrarse con esas
gangas.
*El negocio de capar perros*
esto es lo que lleva a la segunda imprecisión de envergadura:
¿En qué fecha exacta se hizo ese negocio de capar perros? Lo
que las memorias oficiales del Aeropuerto del Cibao dicen es
que fue en el 2004, pero en ese año hubo un cambio de gobierno
y no se sabe con certeza quién le hizo este regalo de las
acciones del BANINTER a Agripino, la PUCAMAIMA y al grupo de
empresarios de Santiago.
¿Fue el Presidente Leonel Fernández, que también ha decidido
hacer un espléndido aporte de 25 millones de dólares al mismo
grupo del aeropuerto, para que termine de construir con fondos
públicos, una clínica privada en Santiago?
¿O sería Hipólito Mejía? ¿Es posible que el mismo presidente
que decidió sacrificar al país para pagar la deuda privada del
hoyo de BANINTER haya optado al mismo tiempo por regalar lo
poco que se recuperó de ese naufragio?
*Muchos, incluyendo algunos accionistas del aeropuerto,
aseguran que fue Hipólito. Esto supondría que mientras el
Cardenal (Su Eminencia Reverendísima Nicolás de Jesús López
Rodríguez, Arzobispo Primado de América), la Conferencia del
Episcopado y algunos curas denunciaban desde los púlpitos, con
sobradas razones, la corrupción, la irresponsabilidad y el
desorden del gobierno de Mejía, por debajo de la mesa, algunos
jerarcas de la Iglesia Católica , en representación de ellos
mismos y de un grupo de empresarios santiaguenses, gestionaban
y conseguían ante el Poder la entrega de bienes públicos,
aparte de diversos privilegios, regalos y prebendas*.
*El Estado como sirviente doméstico (dícese "chopo" en la
lengua popular más
despectiva*)
También durante el gobierno de Mejía y según consta en las
memorias más recientes del aeropuerto, la PUCAMAIMA , Agripino
y los empresarios consiguieron la emisión de varios decretos
destinados al provecho de los dueños del aeropuerto.
Uno de ellos, es el Decreto número 830-03 de fecha 22 de agosto
del 2003, con el que se declaró de utilidad pública "en interés
social, la adquisición por el Estado Dominicano de varias
porciones de terrenos, propiedad de particulares ubicados
frente a la Terminal del Aeropuerto".
O sea, los dueños del Aeropuerto del Cibao, (que son
fundamentalmente, los dueños de la zona franca de Santiago y la
PUCAMAIMA ), no querían mantener como vecinos a la gente común
que tenía propiedades en los alrededores de su empresa. Pero en
vez de negociar con esos propietarios y comprarles sus tierras
a quienes quisieran vender, les echaron el Estado encima,
haciendo que este declarara los terrenos de utilidad pública,
obligando a los dueños a vender y además, adquiriendo las
propiedades ¡ con dinero del Gobierno !
Una simpática curiosidad sobre el funcionamiento de esta
próspera empresa y de las condescendencias que se gasta el
quebrado sector público para ayudar al buen funcionamiento de
la exitosa empresa privada, es la cuenta por concepto de agua y
basura que le ha concedido Ayuntamiento de Santiago.
La tarifa por agua y basura que paga cualquier familia de clase
media en Santiago oscila entre 400 y 500 pesos al mes. En el
2004, el Aeropuerto del Cibao pagó 13,200 pesos al año por ese
concepto. Su tarifa mensual fue de 1,200 pesos en promedio, es
decir lo mismo que pagarían por consumo de agua y recogida de
basura, tres familias comunes.
La diferencia es que por el Aeropuerto del Cibao en el 2004,
pasaron, entrando o saliendo, más de 700 mil personas, aparte
del personal que trabaja permanentemente en esa empresa. No hay
forma de que la basura que generan pasajeros y empleados y el
agua que consumen, pueda equipararse a la basura que genera y
al agua que gastan tres simples familias dominicanas, cuyos
miembros sumarían un total de unas 15 personas.
La clave de los éxitos empresariales de Agripino y del grupo
que se ampara bajo su acogedora sotana, radica en que la vara
con que se les mide a ellos, no es la misma vara con que se
mide al resto del país, y en que mientras a ellos se les sirve
la comida con una palangana, el resto del país tiene que
resolver con la ración de un gotero.

Sara Perez